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Obras de Asa Nolskog

LA POÉTICA DEL EXTRAÑAMIENTO – PAISAJES Y OBJETOS EN MUTACIÓN

Por Antonio Sánchez. Director y curador de 1819 art gallery

La presente colección de obras se inscribe en una tradición artística que desafía la lógica convencional mediante la introducción de elementos disonantes en contextos reconocibles. Se parte de una realidad aparentemente estable, estructurada en espacios urbanos y paisajes naturales, pero esta realidad se ve subvertida por la irrupción de formas que trastocan la percepción y obligan al espectador a replantear su relación con lo representado.

El extrañamiento es el eje conceptual sobre el cual gira esta propuesta, una estrategia que encuentra antecedentes en la obra de artistas como René Magritte, quien afirmaba que lo visible no siempre corresponde con lo real, o en los planteamientos curatoriales de Harald Szeemann y Hans Ulrich Obrist, quienes entendían la exhibición artística como un espacio de construcción de significados abiertos. La imagen, lejos de ofrecer certezas, propone un terreno de ambigüedad donde lo familiar se convierte en enigma.

La relación entre naturaleza y urbanismo es uno de los ejes centrales de esta colección. A través de la inserción de elementos orgánicos en entornos arquitectónicos, se genera una tensión que cuestiona la estabilidad del espacio construido. Estas intervenciones remiten a las acciones efímeras del Land Art, pero con una permanencia pictórica que subraya el carácter surreal de la composición.

El crecimiento de formas naturales en escalas monumentales desdibuja los límites entre lo racional y lo irracional, una idea que dialoga con las propuestas curatoriales de Okwui Enwezor, quien exploró cómo las prácticas artísticas pueden reconfigurar nuestra comprensión del espacio y la historia. Aquí, la arquitectura deja de ser una estructura inmutable para convertirse en un escenario donde lo inesperado cobra protagonismo, provocando una lectura alternativa del entorno.

Otro de los recursos presentes en esta colección es la transmutación del objeto cotidiano en un nuevo símbolo de significados desplazados. Siguiendo la línea conceptual de Bourriaud y Christov-Bakargiev, la obra no se limita a representar, sino que plantea conexiones con disciplinas como la semiótica, la antropología visual y la literatura.

El objeto, al ser descontextualizado, pierde su función original y se convierte en un signo abierto a múltiples interpretaciones. Esta operación recuerda a las estrategias empleadas por los artistas surrealistas, quienes desafiaban la percepción del espectador al colocar objetos en situaciones inesperadas, generando nuevas asociaciones simbólicas. En este sentido, la colección no solo presenta imágenes, sino que establece un diálogo con la historia del arte y la evolución del lenguaje visual.

El juego visual propuesto en esta colección no se limita a la observación pasiva, sino que involucra activamente al espectador en la construcción de sentido. La disposición de los elementos y su interacción con el espacio invitan a una lectura que no es lineal ni cerrada, sino que se expande según el marco referencial de quien observa.

Desde la perspectiva curatorial de Bourriaud, la experiencia del arte es una interacción en constante transformación. Esta idea se ve reflejada en la manera en que la colección introduce elementos que pueden ser leídos desde múltiples ángulos, generando interpretaciones subjetivas que varían según el contexto del espectador. Se configura así una narrativa abierta, donde la obra no impone una única lectura, sino que sugiere múltiples posibilidades.

Si bien la colección se enmarca dentro de una tradición que juega con la percepción, también se pueden identificar elementos que remiten a problemáticas contemporáneas vinculadas a la inclusión y la diversidad. La relación entre lo natural y lo urbano, la inserción de elementos orgánicos en espacios diseñados para la funcionalidad, y la transformación del objeto en un signo mutable, abren la puerta a lecturas que van más allá de la dimensión estética.

Desde una perspectiva teórica, se pueden establecer vínculos con las investigaciones de curadores como Thelma Golden, quien ha explorado cómo el arte puede ser un vehículo para cuestionar estructuras de poder, identidad y representación. En este sentido, la colección no solo plantea un juego visual, sino que invita a reflexionar sobre la relación entre el individuo y su entorno, el impacto de la intervención humana en la naturaleza y la maleabilidad de los símbolos culturales.

La colección se inserta dentro de una tradición artística que problematiza la relación entre imagen y significado. Siguiendo la línea de los planteamientos de Lucy Lippard, el arte no se limita a una función estética, sino que actúa como un dispositivo que genera preguntas y desafía convenciones establecidas.

La ambigüedad es el recurso central en esta propuesta. Las imágenes, aunque reconocibles, se presentan bajo una lógica que subvierte su significado original, generando una tensión entre lo que se ve y lo que se espera ver. Esta estrategia recuerda a las propuestas de Magritte y De Chirico, quienes desafiaban al espectador a cuestionar la veracidad de la imagen y la arbitrariedad del lenguaje visual.

Al no ofrecer respuestas definitivas, la colección deja en manos del espectador la construcción del sentido. Este enfoque curatorial, que remite a las teorías de Szeemann y Obrist, permite que la obra mantenga su vigencia en diferentes contextos, ya que su significado no está fijado, sino que evoluciona según la mirada de quien la observa.

Esta colección no solo se inscribe dentro de la tradición del extrañamiento y la subversión de la percepción, sino que también plantea una reflexión sobre el papel del arte en la construcción de nuevas narrativas visuales. A través de la alteración del paisaje, la transformación del objeto y la interacción con el espectador, se configura un universo pictórico donde la realidad y la ficción coexisten en un delicado equilibrio.

Lejos de ser una simple representación de lo visible, esta colección actúa como un detonador de preguntas, un espacio de posibilidades donde la certeza se diluye y el misterio se instala en el centro de la experiencia artística. Como en las grandes propuestas curatoriales de la historia del arte, el objetivo no es ofrecer una respuesta, sino generar una exploración constante que mantenga la obra en un estado de oscilación entre lo que fue, lo que es y lo que podría ser.

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