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Rosim Moreno

ROSIM MORENO: CONSTRUIR LA REALIDAD

La pintura de Rosim Moreno es una clara constatación de hasta qué punto un concepto como del de “realismo” resulta polisémico y difícil de aprehender. Su repertorio temático – paisajes urbanos, espacios naturales, no-lugares como aeropuertos y estaciones, figuras y retratos- es siempre llevado a cabo a partir de una sólida trama dibujística de la que, a simple vista, se derivaría un vocabulario comúnmente asumido como realista. Sin embargo, el “realismo de curso corriente” -entendido como una mera y literal copia de la realidad- es algo que, en el caso de Rosim Moreno, es constantemente puesto en cuestión a través de una serie de estrategias que permiten hablar más de una construcción de la realidad que de su pasiva reproducción.

Una de estas estrategias constructivas viene dada por una saturación del color que aproxima las composiciones al territorio expresivo del fauvismo. El cielo, por ejemplo, de un paisaje urbano de Madrid se transforma en una cubierta de intenso amarillo, mientras que el gris del asfalto evoluciona hacia un tono violáceo que funciona como potente elemento de contraste. Por medio de esta autonomía alcanzada por el color, la armadura dibujística pierde parte de su carácter autoritario y objetivador para transformarse, de esta manera, en una contenedora de subjetividades.

De la interacción de dibujo y de color surge otro de los más distintivos recursos constructivos de Rosim Moreno: una simplificación de las superficies de las figuras más característica del pop que del realismo propiamente dicho. En algunas obras, la artista se muestra más deudora de un autor como Kitaj que de la amplia escuela de realismo español que arranca en la década de 1960. De igual manera que, para Rosim Moreno, el pop art constituye un elemento de mediación de la realidad, el modernismo de principios del siglo XX aporta una medida de preciosismo y de decoración que, lejos de resolverse en un simple efecto estético, contribuye poderosamente a complicar la trama representativa. De hecho, una de las atribuciones de esta “dimensión figurativa” es introducir un factor ilusionista y surreal que, en última instancia, acaba por convertirse en uno de los principales recursos lingüísticos de Rosim Moreno. La confusión de mundos, realidades, planos físicos y mentales… genera ámbitos de experiencia plurívocos e irreductibles a un único patrón de experiencia. El “realismo” de Rosim Moreno se da ya escindido en diferentes planos de enunciación y ofrece una realidad quebrada y complicada por sus múltiples pliegues.

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